Ingredientes:
- Medio kilo de berenjenas negras (un par generosas normalmente).
- Ajo granulado (ó 1 diente de ajo picado si nuestro régimen nos lo permite)
- 2 cucharaditas de tahina (pasta de sésamo) si nuestro régimen nos lo permite (no en cetósis).
- Dos cucharaditas de aceite de oliva (y 2 cucharadas grandes de aceite de parafina si lo tenemos autorizado).
- Sal y pimienta a gusto
- Comino molido y pimentón dulce al gusto.
- Perejil picado (como siempre, natural o seco, según tengamos permitido en nuestro régimen).
- 1 Cucharada de zumo de limón.
Forma de preparación:
Partimos las berenjenas por la mitad a lo largo y le hacemos unos cortes con el cuchillo por la superficie cortada.
Se asan las berenjenas en horno fuerte, hasta que estén bien tiernas o en el microondas unos 10 minutos. A continuación, retiras la cáscara. Luego las picas bien finas o las introduces en el vaso de la procesadora. Añades el resto de los ingredientes, procesando hasta que quede una pasta bien homogénea y sin grumos. Probamos y rectificamos de sal, pimienta y ajo hasta dejarlo al gusto. Luego acomodas en un bol y decoras con el perejil picado y un poco de pimentón dulce.
Se puede utilizar para acompañar todo tipo de carnes o bien con palitos de pepino para untar en la pasta si estamos en fase 1.
El resultado sin perejil (porque a mí no me va mucho y no lo suelo usar):
Un pequeño truco últimamente suelo pelar las berenjenas y las hago en el microondas ya peladas porque me cuesta menos que hacerlo cuando ya están asadas. Ya sabéis, cositas para ganar tiempo en este ajetreado mundo.
Curiosidades:
Por si alguien no conoce la historia de esta receta, es un estimulante (o entrante), por lo tanto se suele ofrecer a la hora de comer o cenar. Está muy difundido en el mundo árabe. Es conocido en todo el mundo como muttabal betinjan. No obstante, en Siria y Palestina la gente lo conoce por el justo y adecuado sobrenombre de “baba ganuj” (coqueto y vicioso), sin duda debido a su textura, muy ligera y bailarina, y por la insaciabilidad que causa entre los comensales.
Precisamente en estos dos últimos países, numerosas madres creían en el poder que posee este plato para contagiar de su melosidad. A menudo lo administraban a sus hijas creyendo que éstas adquirirían las mismas características del “baba ganuj”, esto es, que se convertirían en mimosas y viciosas, dos “virtudes” que revalorizan a la mujer árabe casadera y que enfervorizan al hombre árabe.
Así que tened mucho cuidado con ella .
En Libia, existe una variación que no lleva tahina y denominan “raheb” (el ermitaño asceta), ya que al no contener la tahina (normalmente se le añaden varias cucharadas), resulta muy modesta y asceta.